Según Fernando Savater, la educación familiar funciona por vía del ejemplo, no por sesiones discursivas de trabajo. Un ejemplo claro es el de la mentira: se les dice a los niños que no hay que mentir, pero no se les enseña a no mentir, puesto que somos los primeros que mentimos delante de ellos.
El protagonismo para bien y para mal de la familia en la socialización primaria de los individuos atraviesa un indudable eclipse en la mayoría de los países, lo que constituye un serio problema para la escuela y los maestros.
Así se refiere Juan Carlos Tedesco a los efectos de esta mutación: Los docentes perciben este fenómeno cotidianamente, y una de sus quejas más recurrentes es que los niños acceden a la escuela con un núcleo básico de socialización insuficiente para encarar con éxito la tarea del aprendizaje. Para decirlo más esquemáticamente; cuando la familia socializaba, la escuela podía ocuparse de enseñar.
Ahora que la familia no cubre plenamente su papel socializador, la escuela no sólo no puede efectuar su tarea específica con la tarea del pasado, sino que comienza a ser objeto de nuevas demandas para las cuales no está preparada.
Con mayor frecuencia, los padres y otros familiares, siente desánimo o desconcierto ante la tarea de formar las pautas mínimas de su conciencia social y las abandonan a los maestros, mostrando luego tanto mayor irritación ante los fallos de éstos cuanto que no dejan de sentirse culpables por la obligación que rehúyen.
No me refiero a causas sociológicas, como la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y su igualación en muchos planos con los varones, la posibilidad de recurrir al divorcio y la variabiliad que introduce en las relaciones de pareja, la reducción del número de miembros fijos en la familia por ser cada vez más costosa o problemática la convivencia doméstica de varias generaciones de parientes, la "profesionalización" de las tareas del hogar que pasa de ser el nivel más humilde de la escala familiar -pero familia al fin y al cabo- a una prestación puntual que sólo pueden permitirse de forma estable las élites económicas, etc.
La principal consecuencia de estas transformaciones es que en los hogares modernos de los países desarrollados cada vez hay menos mujeres, ancianos y criados, que antes eran los miembros de la familia que más tiempo pasaban en casa junto a los niños.
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