Sin tratar de abrumar al lector, compartimos en este artículo un breve comentario sobre la obra Duo Seraphim de Tomás Luis de Victoria, destacando algunas curiosidades de la misma. No es un motete fácil, pero su belleza es perfectamente audible.
Independientemente de las creencias personales de cada uno, siempre he opinado que no se debe despreciar la belleza sólo porque vaya unida a un tema o idea que no compartimos. Nos ceñimos a lo musical y estético. El resto es personal.
En esta obra, tanto música como letra están perfectamente unidas con exquisitez, y las escalas ascendentes y descendentes sugieren subidas y bajadas de la Tierra a lugares celestiales a los que la propia música puede llegar a transportarnos.
Los compases más agudos están asignados a las palabras dominus y plena est. En el pasaje en que se reitera el dogma de la creencia cristiana, Victoria cambia inteligentemente al compás de 3/4 (era considerado un compás perfecto por tener relación con lo sagrado), subrayando esta idea con el cambio de ritmo, que además da variabilidad y riqueza rítmica a la obra:
Et hi tres unum sunt/Et hi tres unum sunt
En los cuatro últimos compases la letra dice gloria y la obra alcanza el final con las dos voces superiores dando un juego sonoro muy llamativo antes de llegar al acorde en el que concluye la obra.
Particularmente en Arsis Ensemble, aunque la obra fue escrita para voces iguales masculinas, opinamos que las voces blancas de las mujeres representan mejor (al menos en el sentido estético actual) la ligereza sutil de unos ángeles cantando a lo divino.
Una obra que no se debe dejar de escuchar en sus más variadas versiones.
Aquí os dejamos la nuestra:
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