En un principio era la música

jueves, 17 de abril de 2014

    Posiblemente la música apareciera al mismo tiempo o incluso antes que el lenguaje. Muchos teóricos coinciden en este punto. Sabemos que es imposible situar la música en un punto concreto de la historia, ya que las fuentes principales son los yacimentos arqueológicos y las actuales civilizaciones primitivas.
    Así que tan solo podemos teorizar. Pero centrándonos más en la importancia transmisora que en sus aspectos más técnicos, la música no posee tan sólo un sentido estético o placentero en la vida y la historia de los seres humanos. Sabemos que originariamente sus usos eran comunicativos, pero sobre todo, mágicos y supersticiosos, en un intento de comulgar con el entorno del que se forma parte y al que se intenta comprender por todos los medios; una manera de encontrar un orden y un lugar en el mundo desconocido. Pretendemos decir que es un elemento de unión de la espiritualidad interna con el mundo externo. La comunicación es una necesidad del hacer humano, y la música eleva al máximo exponente esta expresividad.

    Sin embargo las impresiones nacen en algún punto conocido en el que luego son desarrolladas. Por ejemplo, el intervalo tonal más antiguo es la tercera, y esto no ocurre por capricho, es una relación de sonidos presente en la naturaleza (en el canto de algunas aves). Las texturas también varían en función de los materiales que nos han rodeado, madera, piedra, hueso, etc. Y los ritmos están presentes en elementos como el latido del propio corazón, la lluvia, el constante goteo del agua en el interior de una caverna, el trote de algunos animales, etc.

    El amor por la novedad nos lleva siempre a dar un paso fuera del terreno conocido. No se trata sólo de percibir los sonidos como tales, sino de experimentar con ellos, tratar de exponerlos de nuevas maneras. Un mundo tan rico como el sonoro ofrece una relación con las emociones más directa que las propias palabras.

    Charles Darwin desarrolló una teoría en la que explicaba el origen de la música como una solicitación amorosa, como hacen los pájaros u otros animales. La relación entre amor y música es conocida, en todos los periodos históricos (tanto en la Historia Antigua como en la Edad Media, o incluso en la música popular moderna) y es difícil poner en duda su sentido emotivo.

    Y la propia voz, por supuesto, el instrumento humano por excelencia. En palabras de Marvin Harris,
hablar con perfección supone oír con perfección. Distinguir las diferencias entre los sonidos es tan propio de nuestra naturaleza como ser prolíficos fabricándolos. ¿Es pura coincidencia que hacer música sea asimismo propio de nuestra naturaleza? Que nos guste tanto la música, porque sea en esencia una forma de habla o que nos guste tanto el habla, porque sea en esencia una forma de música, es algo que no puede decidirse.
    ¿Es esta la razón de que la música tenga el poder de hacer bailar a las personas, marchar a los ejércitos o fundirse a los amantes?. Tal vez podríamos decir que desde el canto de una melodía monódica gregoriana, hasta el frenesí vertiginoso del rock, ponen de manifiesto, cada una a su manera según Harris, la evolución victoriosa de las señales auditivas sobre las señales visuales, el nacimiento del lenguaje y el comienzo del vuelo de las culturas humanas.
A partir de ahí la curiosidad y la experimentación hacen el resto.


Fuentes:

- Revista de folklore: http://www.funjdiaz.net/folklore
- http://www.slideshare.net/majoseglez/la-msica-en-la-prehistoria
- Nuestra especie. Marvin Harris. Alianza Editorial. 1989.
- Wikipedia

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