A las afueras

jueves, 5 de abril de 2012

Desde el campus universitario de Teatinos en Málaga, los pies del caminante le llevan por las amplias avenidas de la zona, hasta llegar a las afueras. Los terrenos agrestes se extienden hacia el oeste y al ir desapareciendo los edificios debemos abrirnos paso cerca de las extensiones de maleza silvestre. Un rebaño de cabras sale al encuentro del caminante, pero no ha de extrañar. Estamos en las actuales afueras de Málaga (posiblemente con el tiempo y la expansión urbanística dejen de serlo). Algo más a lo lejos la sobrecogedora escena de la nueva universidad completamente vacía, solitaria, impertérrita está, sin embargo, acompañada de nubes, azules, blancas, grises. Ya no hay más impedimentos a la vista y los cúmulos dan un punto de referencia a nuestra visión haciendo que todo parezca mayor, el terreno, el cielo, la universidad, la montaña vigía, perenne, que nos observa.

No nos olvidamos del "qi gong" o práctica constante. Es lo único que puede pulir y convertir, como la vieja del cuento, una barra de metal en una aguja. Es lo que nos ha traído aquí, es lo que hacemos.

Y como hiciera el maestro Mastuo Basho en "Senda de Oku" rodeamos un haiku como una isla en mitad de las palabras:

Toma el camino
cuando esté ante ti;
sabrás que es tuyo.

Y justo al atardecer se oculta el benefactor como todos los días, con la obligatoriedad impuesta que coarta su propia libertad, y crecen el viento y el cielo en mitad de la confusión que crean algunos paisajes mudables.

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