El arte de la imperfección

domingo, 28 de marzo de 2010

Este es mi arte favorito. El arte, no de hacer las cosas torcidas a propósito, sino de aceptar que es así como las hacemos.


"A ojos de los demás, nuestras características innatas resultan, en realidad, más atractivas que nuestros más gloriosos logros.
Quizá seas un gran cocinero, pero tu novia se enamoró de ti el día que incendiaste el horno mientras preparabas una créme brulée. Tal eres un abogado astuto, pero tus hijos te adoran cuando haces muecas. Te acaban de elegir presidente del consejo, pero tu mejor amigo te dice: -¡Así que les has tomado el pelo-!. [...] El amor no es una meritocracia".*

Me gusta conocer a las personas y quererlas por quienes son, por cómo viven su día a día, por sus inquietudes e intereses, en resumen por ellos mismos, y eso incluye por supuesto sus defectos, esa marca tan particular que las hace irrepetibles.
Es más, si nos sentimos bien acogidos entre nuestros familiares y amigos es porque aprueban nuestros defectos. Querer a alguien por sus cualidades es muy fácil, pero lo verdaderamente interesante es ver qué hay más allá de ese curriculum magnífico de cualidades que nos muestran para ser aceptados, y llegar a la persona, esa que se esconde tras sus méritos, para alcanzar en toda la plenitud que sea posible, aquél o aquella que realmente es.

"En la música las notas que se desvían de un patrón establecido se suelen usar para crear una tensión emocional.
En el arte islámico, abundan los pequeños defectos en las alfombras, vasijas y mosaicos más lujosos. Los artistas cometían a propósito esos pequeños fallos para recordar al espectador que sólo Aláh es perfecto."*




*Veronique Vienne. El arte de la imperfección. 1999.


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