Estoy tumbada boca abajo en el suelo de mármol de la casa de mi padre. Me levanto un poco con los brazos. Hay restos de pegamento y semen resecos sobre el suelo. Es fácil diferenciarlos.
Hay un hombre sentado a mi lado. No le veo el rostro. Me siento sobre él. Nos ponemos de pie. Ahora él es mi hermana y tiene 15 años. Yo también tengo 15 años*. Estamos en el jardín de Basil Hallward. Vamos cogidas del brazo. Nuestra frivolidad adolescente es tan patente que resuena en el sueño y esa idea es el decorado.
Entramos a la casa, pero es la de nuestro padre, otra vez. Hay un largo pasillo sin luz. En lo profundo es oscuro, y más allá, totalmente negro. No tenemos miedo a la oscuridad y entramos. El miedo nos excita. Caminamos por el pasillo. Cada vez es más oscuro. Una bifurcación. A la derecha. Otra. A la izquierda. Aún puedo recordar las bifurcaciones, no hay problema. Mi hermana decide salir ya y tranquilamente se da media vuelta. Yo sigo. Bifurcación. Izquierda. Bifurcación. Derecha. Qué grandes son este pasillo y esta casa. Ahora no hay nada de luz, está todo negro. La oscuridad me envuelve, parece una manta. No me asusta, pero me incomoda. Apoyo la mano sobre la pared, así no te pierdes en un laberinto**. En este momento sé que el laberinto es mi subconsciente. Me preocupa llegar muy profundamente y perderme él. En ese punto, ya me doy la vuelta, pero ya no puede engañarme. Es evidente. Ahora sé que estoy dormida y comienzo a controlar el sueño.
Sueño III: La habitación.
lunes, 19 de diciembre de 2016
*soy tres años mayor que mi hermana.
** es un pensamiento dentro del sueño.
Publicado por
Noe Mi
en
7:55 p. m.
Etiquetas: sueños, surrealismo
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