El pescador y el empresario

miércoles, 9 de junio de 2010

Este cuento me lo relató hace tiempo mi hermana, y me resultó paradójico que fuese precisamente ella, ya que soy yo la que siempre le da lecciones para evitar la ambición y la codicia, que sólo nos reportan malestar. En realidad se parece a la historia de Diógenes:


Había una vez un pescador tumbado en su barca, tranquilamente tomando el sol. Al poco pasó por allí un empresario y al ver la inactividad del pescador, pensó cuantas riquezas debía estar dejando pasar ese hombre por no ponerse a trabajar activamente. En un arrebato de compasión, el empresario decidió acercarse al pescador y tratar de "abrirle los ojos":

-Pero, ¡hombre! ¿qué haces ahí tumbado? ¿No ves que en este tiempo podrías estar pescando más peces?- a lo que el pescador respondió
-¿Y para que quiero pescar más peces de los que ya pesco al día?-
-Pues para comprar más barcas-
-¿Y para qué quiero más barcas?-
-Para pescar aún más peces-
-¿Y para que quiero pescar aún más peces?-
- Pues, porque con las ganancias adquiridas podrías comprar una flota de barcos-
-¿Y para qué quiero una flota de barcos?-
-Pues para ganar el dinero que te permita no trabajar y tumbarte al sol todos los días-
-¿Y no es eso lo que ya estoy haciendo?

Moraleja; para qué ser feliz con más, cuando se puede ser feliz con menos. Como ya dije en un post anterior; mentes complejas, aspiraciones sencillas. Y no al revés.



0 comentarios: